Los detalles de las habitaciones son tan espectaculares que a veces los huéspedes quieren irse con algún recuerdo. Se realizó una encuesta sobre 1157 hoteleros para saber cuáles fueron los artículos más robados en sus establecimientos. En la lista hay jabones y lapiceras, pero también otros objetos que presentan un tamaño difícil de disimular para su traslado. En lo más alto de la lista se sitúan las toallas, seguidas de las batas y las perchas. También lo hallan para las lapiceras o los productos de higiene, pero el asunto se pone un poco más extraño cuando los clientes deciden llevarse las pilas del control remoto, los cuadros de la pared o las frazadas. Sin embargo, la encuesta puso al descubierto imaginativas formas de robo que fueron más allá de estos objetos cotidianos. De asientos de inodoro y tuberías... En Berlín, los huéspedes se llevaron todos los accesorios del baño. Desde el cabezal de una ducha de lluvia, a una con hidromasaje, un asiento de inodoro, una tubería de desagüe o incluso una bacha completa. En Alemania, el propietario contó que todo el sistema de música del spa había desaparecido. Otra vez se puso de manifiesto una pericia inusual de los ladrones: aparentemente desmantelaron todo el equipo de sonido durante la noche y lo cargaron en su auto antes de partir. En Italia se reportó el robo de una de los objetos más complicados de esconder: un piano de cola. Incluso los colchones de lujo, que a menudo valen varios miles de dólares, no son inmunes a la desaparición. La forma exacta en que los artículos voluminosos desaparecen sigue siendo un misterio para los hoteleros. En Austria ocurrió otro de los robos más desconcertantes fue el de los bancos interiores de un sauna de madera. Solo cuando un huésped posterior criticó la ausencia de bancos el hotelero notó el robo. En el caso de un alojamiento en Inglaterra, fue también otro cliente el que alertó de un robo.
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